La Federación de Bebedores Iqueños FBI, es una institución fundada en 1975 y que agrupa a los más selectos aficionados al pisco de Ica y también a algunos foráneos cuyo amor por el aguardiente peruano, ha ameritado su incorporación.
Los miembros de la FBI sólo beben pisco. Renuncian a beber cualquier otra bebida alcohólica. Supervisan la calidad de los piscos iqueños, se reúnen en solemnes y divertidas sesiones pisqueras y la admisión de nuevos miembros es sometida a una exhaustiva investigación. Los cargos son vitalicios.
El presidente vitalicio de esta insigne sociedad es don Rodolfo Mejía Sciacaluga, quien además, de acuerdo a los estatutos, asume todos los gastos que la institución genera.
Su bodega es colonial, sus orígenes se remontan a 1650. Está ubicada en el distrito de San Juan Bautista, en la hacienda Quilloay. Tiene el privilegio de poseer uno de los dos únicos hornos de botijas que quedan en pie. Lo muestra con orgullo. El otro, está en La Caravedo la hermosa hacienda recuperada por Rodrigo Peschiera.
Don Rodolfo Mejía es el arquetipo del pisquero. Produce un pisco excelente, voluptuoso, y suave a pesar de los cuarenta y ocho grados en que lo destila. Es un quebranta al estilo de los viejos piscos. Destilado en falca y con una contundencia irrefutable. Un pisco macho.
Don Rodolfo es un gran conversador y conoce todos los laberintos de la genealogía iqueña y cuando habla de historia se apasiona, gesticula, vierte una catarata de juicios alzando el dedo índice y la voz. Luego sonríe, como quien ha cumplido un deber, enciende un cigarrillo y apura una copa de pisco. Vierte un chorrito al piso y luego bebe y recita sabiamente, “…a la tierra le devolvemos algo de lo que nos da”.
El pisco es su vida y en esta materia es conservador. “No estoy en contra de la tecnología, pero la tecnología del pisco es la colonial, si no, no hay pisco”, declara enérgico, con mirada firme.
Así es don Rodolfo Mejía, un personaje que parece salido de la ficción.